Desarrollo del canon del Nuevo Testamento

Fragmento del Evangelio de Mateo en una página del Códice Sinaítico del siglo V
Para el canon judío, consulte Desarrollo del canon de la Biblia Hebrea. Para el canon del Antiguo Testamento, consulte Desarrollo del canon del Antiguo Testamento.

El canon del Nuevo Testamento es el conjunto de libros que los cristianos consideran como divinamente inspirados y que constituyen el Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Para la mayoría, es una lista acordada de veintisiete libros que incluye los Evangelios canónicos, los Hechos, las cartas de los Apóstoles y el Apocalipsis. Los libros del canon del Nuevo Testamento fueron escritos en su mayoría en el primer siglo y acabados antes del año 150 d. C. Para los ortodoxos, el reconocimiento de estos escritos como autoritarios se formalizó en el Segundo Concilio Trullano en el 692, aunque fue casi universalmente aceptado a mediados del siglo IV.[1]​ El canon bíblico fue el resultado del debate y la investigación, llegando a su término final para los católicos en la definición dogmática del Concilio de Trento en el siglo XVI, cuando el canon del Antiguo Testamento fue proclamado en la Iglesia católica también.[2]

Los escritos atribuidos a los Apóstoles circularon entre las primeras comunidades cristianas. Las epístolas paulinas circulaban, tal vez en formas recogidas, a finales del siglo I d. C.[nota 1]Justino Mártir, en la mitad del siglo II, menciona las «memorias de los apóstoles», que se leen en «el día llamado el del sol» (domingo) al lado de «los escritos de los profetas».[3]​ El canon de cuatro evangelios (el Tetramorfos) es confirmado por Ireneo, c. 180, que se refiere directamente al mismo.[4][5]

A principios del siglo III, Orígenes pudo haber estado usando los mismos veintisiete libros del canon del Nuevo Testamento, aunque todavía había disputas sobre la canonicidad de la Epístola a los Hebreos, Santiago, II Pedro, II Juan, III Juan, Judas y Apocalipsis,[6]​ conocidos como los Antilegomena. Del mismo modo, el Fragmento Muratoriano da evidencia que, quizás tan pronto como el año 170, existía un conjunto de escritos cristianos un tanto similares a los veintisiete libros del canon del Nuevo Testamento, que incluía cuatro evangelios y argumentaba en contra de las objeciones a ellos.[7]​ Así, mientras que hubo un gran debate en la Iglesia Primitiva sobre el canon del Nuevo Testamento, los principales escritos habían sido aceptados por casi todos los cristianos a mediados del siglo III.[8]​ En su carta de Pascua de 367, Atanasio, obispo de Alejandría,[9]​ dio una lista de algunos de los libros que se habrían convertido en el canon del Nuevo Testamento, y él usó la palabra «canonizado» (griego: κανονιζόμενα, kanonizomena) con respecto a ellos.[10]​ El primer consejo que aceptó el presente canon del Nuevo Testamento pudo haber sido el Sínodo de Hipona en África del Norte (393 d. C.); las actas de este consejo, sin embargo, se han perdido. Un breve resumen de las actas fue leído y aceptado por los Concilios de Cartago en 397 y 419.[11]​ Estos concilios estuvieron bajo la autoridad e influencia de Agustín, que consideraba el canon como ya cerrado.[12][13][14]​ El Concilio de Roma de Dámaso I, si el Decretum Gelasianum se asocia correctamente con este, emitió un canon bíblico idéntico al que se ha mencionado anteriormente;[9]​ o, si no, la lista es, al menos, una compilación del siglo VI.[15]​ Del mismo modo, la edición de la Vulgata latina de la Biblia, c. 383, fue decisiva en la fijación del canon en Occidente.[16]​ En c. 405, Inocencio I envió una lista de los libros sagrados a un obispo galo, Exuperio de Toulouse. Los estudiosos cristianos afirman que, cuando estos obispos y concilios hablaron sobre el asunto, no fueron definiendo algo nuevo, sino que «ratificaron lo que ya se había establecido en la mente de la Iglesia».[12][17][18]

Por lo tanto, algunos afirman que, desde el siglo IV, existía unanimidad en el Occidente relativo al canon del Nuevo Testamento,[19]​ y que, en el siglo V, la Iglesia de Oriente, con algunas excepciones, había llegado a aceptar el Libro del Apocalipsis y, por lo tanto, habían llegado a una decisión unánime sobre el asunto del canon.[2][20]​ No obstante, las articulaciones dogmáticas completas del canon no se hicieron hasta el Canon de Trento de 1546 del catolicismo;[2]​ la Confesión de Fe gala de 1559 por el calvinismo; los Treinta y Nueve Artículos de 1563 de la Iglesia de Inglaterra; y el Sínodo de Jerusalén de 1672 para los griegos ortodoxos.

  1. Pelikan, Jaroslav (2005). Whose Bible Is It?. New York, NY: Penguin. ISBN 0-670-03385-5. 
  2. a b c «Canon of the New Testament». Catholic Encyclopedia (en inglés). Nueva York: Robert Appleton Company. 1913. OCLC 1017058. 
  3. Martyr, Justin, Primera Apología, 67.3 ..
  4. Ferguson, 2002, p. 301.
  5. Irenaeus, Adversus Haereses, 3.11.8 ..
  6. Noll, 1997, pp. 36–37.
  7. de Jonge, 2003, p. 315.
  8. Ackroyd y Evans, 1970, p. 308.
  9. a b Lindberg, 2006, p. 15.
  10. Brakke, 1994, p. 395–419.
  11. McDonald y Sanders, 2002, Appendix D-2, nota 19. «Revelation was added later in 419 at the subsequent synod of Carthage».
  12. a b Ferguson, 2002, p. 320.
  13. Bruce, 1988, p. 230.
  14. Agustín,, 22.8.
  15. Bruce, 1988, p. 234
  16. Bruce, 1988, p. 225.
  17. Metzger, 1987, pp. 237–38.
  18. Bruce, 1988, p. 97.
  19. Bruce, 1988, p. 215.
  20. Ackroyd y Evans, 1970, p. 305


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